lunes, 17 de octubre de 2011

Nº 274 .-

11/04/10

RODRIGUEZ INSISTE CON LAS PUÑALADAS

Una compañera, amiga brillante y valiosa que tengo en Bs. As., me enseñó que hay que fundar las conclusiones en los síntomas y en los indicios.
Como es un criterio fundado, lo adopté.
Tomemos el indicio que ha generado tanta polémica sobre soltar a la media docena de genocidas presos,  idea que el Pepe insiste en llevar adelante, estando dispuesto a pagar el precio político.
El hecho en sí no importa. A mí tanto me da que los suelten o no. Lo grave es el indicador que supone; hacia adonde apunta el gobierno y hacia adonde va a “evolucionar”.
A mí no me convence mucho esta democracia representativa digitada y manipulada por los medios. Claro que dura un tiempo, ¿cada vez menos?, pero de atrás vienen la historia y la economía política empujando.
Es evidente que nuestra izquierda apostó al capitalismo. Eso supone alinearse a las élites,  al imperio y sus guardianes: los milicos.
Como hay que elegir y no se puede estar bien con Dios y con el Diablo, la historia se acelera, te obliga a definirte y el gatopardismo sirve para tirar un tiempo pero al final, no hay más remedio que mostrar el verdadero rostro.
Los excluídos del sistema y del juego, los que no son invitados a la fiesta, “podem tirar o cavalinho da chuva”, como dicen en Brasil y aunque sigan sostenidos por la esperanza, no va a haber para ellos soluciones de fondo, porque eso supone el conflicto de enfrentar intereses de grupo, cosa que ni le pasa por la cabeza a nuestra “izquierda”, que se ha reducido a una marca de fantasía comercial.
Resulta  fascinante el panorama ideológico que presenta Sudamérica (y lo que va a tener que sudar todavía, decía Peloduro), y los nuevos vientos que recorren los Andes, mucho más promisorios que los suaves de Sierra Maestra de hace 50 años.
Es fácil engrupir a la gilada que no está conscientizada ni participa, lo que no es fácil es engrupir la billetera, porque en algo tiene razón nuestra izquierda geriátrica y pragmática: estamos en el capitalismo; por lo tanto la clase dominante va a querer siempre más ganancias y van a seguir resistiéndose a abrir la bolsa.
Sabemos que no existe más capital  que el trabajo. El capital es trabajo acumulado, que de alguna forma u otra alguien rapiñó o se aprovechó.  La única forma que hay de lograr justicia social es el reparto de la renta y que los medios de producción sean colectivos y no de unos pocos privilegiados.
Como los pocos privilegiados disponen de todos los  recursos y desde el fondo de la historia mantienen el dominio con la cruz (léase TV), o con la espada, no debería extrañar que los milicos resulten intocables. ¿Fui claro, Juanjulio?

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